Introducción Histórica
Los restos humanos más antiguos de León se remontan a las últimas etapas de la Prehistoria. Aunque esta época está aún muy poco estudiada en la provincia, sabemos que nuestros antepasados realizaron pinturas rupestres en las montañas del Norte, tallaron petroglifos en los valles de Maragatería y desarrollaron una cultura neolítica tardía a lo largo de los valles principales.
Es en este contexto en el que podemos situar a la Ribera del Órbigo. Varios yacimientos ubicados en las colinas de la orilla derecha del río presentan instrumentos de piedra pulimentada para la transformación de los cereales, el trabajo de la cerámica y los primeros objetos de bronce.
De esta manera, podemos considerar que la explotación agrícola y ganadera del Órbigo es ancestral.
Con el tiempo, el pueblo prerromano que controló completamente la zona fueron los Astures. Sabemos que su nombre procedía del gran río, el Esla (Ástura), y que se distribuían por el territorio formando distintas tribus. Las tribus conocidas más cercanas a nuestro ayuntamiento eran los Amacos, que se situaban en el territorio próximo a Astorga, los Urniacos, en torno al río Duerna, y los Bedunienses, alrededor de la actual La Bañeza. Estos hombres fueron los que dieron nombre al Órbigo; si su etimología se compara con algunos vocablos prerromanos, que parece significar “dos ríos”, haciendo referencia a la unión del Omaña con el Luna.
De los Astures conservamos una espada de bronce que fue hallada cerca del río, entre Hospital y Veguellina de Órbigo, y que se conserva actualmente en el Museo Arqueológico Nacional. Pero ellos también nos legaron cosas aún más importantes, como los aperos de labranza ancestrales, y el sistema comunal de posesión de la tierra: las municipalidades, los concejos, proceden de aquella época tan lejana.
Octavio Augusto dispuso el control y explotación de la población local y su territorio, dirigido desde la cercana Asturica Augusta, capital del Conventus Asturum. En el Omaña y la Maragatería crearon numerosas minas de hierro y oro; en las riberas más ricas se dispusieron numerosas villas, que aprovecharon al máximo los recursos agrícolas y ganaderos. Por esta razón, la amplia y rica ribera del Órbigo conserva muchísimos restos romanos, casi a cada kilómetro; un ejemplo de ello son los restos bajoimperiales de Villoria de Órbigo. La importancia de la zona también está determinada por ser la confluencia de la Vía de la Plata, camino de comercio y trashumantes, y la importante ruta que cruzaba todo el noroeste de la Península, que con el tiempo sería conocida como Camino de Santiago.
La Romanización supuso que toda la Península formara parte del Imperio Romano. Con el tiempo, Roma fue perdiendo poder, y los pueblos que vivían al norte del Rhin pronto se adueñaron de los territorios. Aunque los datos son todavía escasos, sabemos que el reino suevo de la Gallaecia ocupó la zona de la ribera del Órbigo durante el siglo V y gran parte del VI, ya que existen monedas suevas acuñadas en Astorga o incluso en León. Se alude a una gran batalla en las cercanías de Hospital de Órbigo contra los visigodos que fijó la frontera entre ambos reinos en este río, y una derrota final a finales del siglo VI, que significó la desaparición del reino suevo.
La situación durante los primeros siglos de la Edad Media debió ser muy dura. Suele decirse que la población no era completamente sedentaria, o que incluso los territorios quedaron despoblados, debido a la inestabilidad de los años finales del reino visigodo y la posterior invasión musulmana. Pero lo más posible es que la ribera permaneciera poblada, en mayor o menor magnitud, debido a su condición de zona estratégica, de paso, y a la fertilidad de sus tierras, siempre atractivas. La vida estaba marcada por el ciclo estacional del deshielo y el desbordamiento del río, con la ayuda de otros cauces artificiales que constituían un amplio sistema de riegos, articulados por medio de las presas. Estos “cauces históricos”, que para algunos especialistas se remontan al período romano, continúan hoy en uso: la antigua presa de la Tierra, en Villarejo, es una de ellas. La presa del Moro, que cruza Veguellina y llega a Villoria, conserva en sus cercanías un puente, la “Ponteja de cal y canto”, cuya antigüedad se remonta a algún momento de la Edad Media.